Museo Aguilar y Eslava
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23.05.16
LIBRO DE LA SEMANA
“El Archipiélago Filipino y las islas Marianas, Carolinas y Palaos” por José Montero Vidal (Madrid, 1886)


Nos dice el autor del Libro de la Semana, en el prólogo, que el Archipiélago Filipino, la más importante región de cuantas posee España allende los mares, es casi desconocida para la generalidad de los españoles, considerando que no es una exageración decir que “el último alemán sabe más de Filipinas que muchos españoles”, en clara alusión a que los mejores trabajos relativos al clima de aquel Archipiélago, a la fauna del país y a todas las ramas que abraza la Historia natural, son alemanes, añadiendo que “los hay también muy importantes de carácter geográfico, y no escasean los libros de viajes, etc.”.

Montero Vidal describe “con la posible exactitud y la uniformidad necesaria nuestro riquísimo imperio oceánico, allegando con dicho objeto la mayor copia de datos históricos, geográficos y estadísticos, de forma que pueda apreciarse en conjunto y cumplidamente su extraordinaria importancia”.

Reclamaba Montero que “Filipinas y las demás islas pertenecientes a España en aquel extremo Oriente, necesita que la Metrópoli y sus Gobiernos consagren mayor celo e interés que hasta aquí en perfeccionar su administración, en subvenir a las necesidades que el progreso de los tiempos exige, en desarrollar sus veneros de riqueza, en promover, en una palabra, su prosperidad y engrandecimiento por todos los medios a este fin conducentes, en la seguridad de que el país ha de responder a cuanto en este sentido se haga, realizándose en él, como por encanto, asombrosa transformación”.

José Montero Vidal, escritor y político, nació en Gérgal (Almería) en 1851 y falleció probablemente durante la primera mitad del siglo XX. Ocupó diversos cargos en las colonias de Filipinas y Cuba, y escribió abundantemente sobre aquellas. En la Biblioteca Histórica Aguilar y Eslava están catalogadas otras obras del autor, como “Historia General de Filipinas” (1887) o la titulada “Obras de José Montero Vidal”, novelas cortas, monografías, artículos literarios y poesías (2.ª ed. Madrid, 1890), de la que nos hicimos eco, el pasado año, en este espacio de difusión del patrimonio bibliográfico del fondo antiguo.

Consultando la historia de Filipinas hemos de mencionar que los primeros conatos de independencia datan de 1823, intentos que fueron rápidamente sofocados al igual que los suscitados por José Cuesta en 1854. Los EE UU subvencionaros las guerrillas afiliadas al partido de la independencia o “Katipunam”, fundado por Marcelo Hilario del Pilar y al que pertenecían los que más tarde fueron los principales cabecillas de la rebelión de 1896, Andrés Bonifacio y Emilio Aguinaldo. Pese a la ejecución del patriota Rizal y las medidas adoptadas por los generales españoles Blanco y Polavieja, la destrucción de la Armada hispana en Cavite frente a la de los EE UU hizo que el caudillo Aguinaldo proclamara la independencia del archipiélago, independencia que no fue reconocida posteriormente por los mismos norteamericanos. Tras la derrota de España frente a los Estados Unidos, se firmó en diciembre de 1898 el Tratado de París, dando fin al dominio español en las islas, que pasarían a depender de EE UU hasta 1945. Al final de la Segunda Guerra Mundial, las Filipinas obtuvieron su independencia.

Volviendo al Libro de la Semana, éste se inicia con una reseña histórica del descubrimiento de las islas de Oceanía, en el que trata de la expedición de Magallanes, de las expediciones de Loaissa, Saavedra, Villalobos y Legazpi y de la conquista e incorporación a España de las Islas Filipinas. Después se adentra en la parte geográfica y estadística del Archipiélago.

En el apartado de situación, límites y extensión explica que los primeros navegantes castellanos denominaron al archipiélago de las Célebes (como en lo antiguo se decía islas del Poniente), los portugueses islas del Oriente, y los chinos y japoneses isla de los Buzones. Villalobos les puso el nombre de Filipinas en honor del príncipe Felipe II.

Sumamente atrayentes son todos los apartados en los que se configuran esta importante labor de Montero Vidal. Hallamos los apartados de meteorología; del reino mineral; del reino vegetal, con una riqueza y variedad verdaderamente portentosa; del reino animal, recalcando que la fauna “no ha sido estudiada hasta el presente con la detención que merece esta parte tan principal de las ciencias naturales”. La población la considera en sumo grado heterogénea, contando con varios grupos étnicos.

Interesantes son los datos que insertan del presupuesto de Filipinas para el periodo de 1.º de julio de 1885 a fin de junio de 1886. En el apartado de ingresos encontramos las secciones Contribuciones e Impuestos, Aduanas, Rentas Estancada (renta que procede de un artículo cuya venta exclusiva se reserva el Gobierno, como el tabaco), Lotería, Bienes del Estado, Ingresos eventuales, Ingresos de Guerra y Marina. Hacen un total de 11.528.178 pesos. La distribución de los gastos lo son en las secciones: Obligaciones generales, Estado, Gracia y Justicia, Guerra, Hacienda, Marina, Gobernación y Fomento, que suman 11.624.908,51 pesos. El presupuesto arroja un déficit de 101.730,40 pesos. Todas las secciones son brevemente detalladas.

Localizamos en el estudio datos estadísticos que reflejan el estado de la enseñanza. Las páginas sucesivas se dedican a la importancia que tienen los productos de la tierra en Filipinas y a la asombrosa fertilidad del país. La planta más general es la planta del arroz, principal sustento para el indio. La industria existente es escasa, achacándolo al atraso del país. También aborda el Comercio, incluyendo un cuadro estadístico de importación y exportación de los años 1879 a 1883. Se ofrecen detalles específicos de cada isla.

Las últimas hojas están dedicadas al conflicto hispano-alemán, considerando inaudito el atentado de Alemania contra la soberanía de España en las islas Carolinas y Palaos, y las negociaciones que se siguieron. Hechos que todo el mundo conocía en sus menores detalles por haberlos discutido y comentando ampliamente la prensa nacional y extranjera.

Afortunadamente la situación no degeneró en un conflicto abierto. España propuso el arbitraje papal y el pontífice emitió un laudo, firmado como Protocolo en Roma por ambas potencias el 17 de diciembre de 1885. En un apéndice se recoge la proposición hecha por su santidad el Papa León XIII, como mediador en la cuestión de los archipiélagos de las Carolinas y Palaos, pendiente entre España y Alemania, transcribiéndose el protocolo. Según éste, España conseguía la soberanía sobre el Archipiélago pero concedía al Imperio alemán la libertad de comercio, navegación y pesca, y las islas Marshall, así como de establecimientos agrícolas. Por otra parte se concedía una estación naval y un depósito de carbón a la marina alemana. Estos beneficios fueron ampliados a Gran Bretaña por la mediación papal de 1885.

Alude en Islas Marianas al egabrense Felipe María de la Corte Ruano Calderón, gobernador desde el 16 de mayo de 1855 al 28 de enero de 1866, al referirse a las ruinas curiosas de varias pirámides cuadrangulares truncadas, que algunos atribuyen su construcción a los japoneses.

La obra cuenta con dos desplegables: un mapa de Filipinas, Joló y norte de Borneo, y una carta general de las Islas Marianas, Carolinas y Palaos.

BIBLIOTECA HISTÓRICA AGUILAR Y ESLAVA
Libro de la Semana:

Montero Vidal, José.

El Archipielago Filipino y las islas Marianas, Carolinas y Palaos: su historia, geografia y estadistica / por José Montero Vidal.-- Madrid : [s.n.], 1886 (Imprenta y Fundición de Manuel Tello)

XV, 511 p., [2] h. pleg. de map. ; 21,00 x 14,00 cm
Antep.
Enc. rust.

Materia/género: Filipinas-Descripción. Islas Marianas-Descripción.
Islas Carolinas-Descripción. Islas Palaos-Descripción.

Lugar: España -- Madrid

Sig. Top.: 0822

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