inicio

fundación

edificio


museo


exposiciones temporales

PIONERAS: ALUMNAS Y PROFESORAS DEL REAL COLEGIO E INSTITUTO DE CABRA

historia del museo

visita guiada

IES AGUILAR Y ESLAVA

MUSEO DE LA PASIÓN

Asociación de Institutos Históricos

Archivo Histórico y Documental

Galería de DIRECTORES

HORARIO VISITA MUSEO



Relación de Directores


Rafael Vargas y Alcalde


Juan Antonio de la Corte y Ruano


Francisco de Paula de la Cruz y Priego


Antonio José Domínguez de la Fuente


Luis Herrera y Robles


Pedro de Torres y Mogollón


José Cabello y Roig


José Pérez Mora


Francisco Garrido e Hidalgo


Lorenzo Cruz y Fuentes


Víctor Vignole de Castro


Ezequiel Fernández García


Rafael Lama Leña


Manuel González-Meneses Rodríguez


Ángel Cruz Rueda


José Arjona López


Agustín Pérez Botella


José Díez García


Julián García García


José Camero Ramos


Antonio Moreno Hurtado


Rafael Ortega Aranda


Ignacio Aguilar Aguayo


José Antonio González Núñez


Francisco Ortiz Gama


Salvador Guzmán Moral





Galería de DIRECTORES

Luis de Herrera y Robles

Don Luis Herrera y Robles nació en Sevilla el 21 de mayo de 1838. Cuentan que en su infancia tuvo la fortuna de conocer al poeta, erudito y religioso sevillano Alberto Lista (1775-1848). Con sólo 12 años Herrera, fue nombrado Ayudante de los Maestros las Escuelas Pías de la Purísima Concepción de Sevilla, en atención a su buena conducta y adelanto. En los exámenes extraordinarios celebrados en Sevilla en enero-febrero de 1852 entre todos los alumnos de 1ª enseñanza, obtuvo la nota de Sobresaliente y elegido por el tribunal para el Primer Premio, que le fue entregado por el Rector de la Universidad de Sevilla.

Desde 1855 a 1862, cursará todas las materias de 2º enseñanza en el Instituto histórico de Sevilla (que después se llamaría San Isidoro), obteniendo el grado de Bachiller en Artes con la calificación de Sobresaliente.
En esos años, también cursó en la Universidad Literaria de Sevilla estudios de Filosofía y Letras (con obtención de Sobresaliente en las asignaturas de Prosistas Griegos, Literatura general y Española, Literatura clásica Griega y Latina, Poetas Griegos, Geografía, Historia de España, 1º y 2º curso de Hebreo, y Literatura Española) y los estudios de Sagrada Teología (con nota de Sobresaliente en todas las asignaturas de los 4 años del bachillerato)
Así entre 1864 y 1867, obtendrá el grado de Bachiller en Filosofía y Letras y el grado en Bachiller en Teología en la Universidad Literaria de Sevilla.

Ese mismo año de 1867 accederá por oposición directa al cuerpo de Catedráticos Numerarios de Instituto.
En 1868, fue ordenado sacerdote y después de estar vinculado provisionalmente al Instituto de Osuna y al de Cáceres, llegaría definitivamente al Instituto de Cabra, como catedrático por oposición de Retórica y Poética.
En 1869, terminará la licenciatura en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla con la nota de Sobresaliente y en 1873 culminaría sus estudios con el grado de Doctor.

Durante 25 años estaría vinculado como docente al Instituto de Cabra, siendo Director del centro educativo y Rector de su Colegio durante en tres ocasiones. De 1875 a 1883, de 1884 hasta 1886, y de 1891 a 1892.
Como Director, además de potenciar el Solemne Acto Académico de Apertura de Curso, introdujo como otra actividad pública de gran éxito la llamada “Academia Literaria”, en el que participaban los alumnos con discursos, poesías y florilegios literarios, amenizados con música.

Por su iniciativa, secundado por el Claustro, la Junta de Patronato del Real Colegio y la Diputación Provincial, consiguió de manos de S.M. Alfonso XII en 1877 la declaración del Instituto de Cabra como “Instituto Provincial” incorporándose al mismo varios colegios de la comarca: Lucena, Baena, Aguilar de la Frontera, Montilla, Puente Genil…
En la Memoria del Curso escolar 1872-1873 se dice que de los 63 institutos existentes entonces en España, sólo 25 tiene mayor número de alumnos que el de Cabra.

Como alumno destacado de esta época, se encuentra Niceto Alcalá Zamora y Torres, alumno del Instituto de Cabra entre 1887 y 1891, que cursó sus estudios con un expediente brillante.

La gestión de don Luis Herrera elevó al Instituto-Colegio a uno de los periodos más importantes de su historia.
Durante su mandato como Director, llevaría a cabo importantes reformas y ampliaciones del Instituto. Así en 1878, se adquirieron parte de dos casas contiguas y se construyó la fachada a la calle del Instituto (hoy Pepita Jiménez) con grandes ventanales y rejas de forma que pudiera verse a través de ellos el Jardín Botánico que allí se instaló. El levantamiento de un cuerpo de tres pisos, a continuación del antiguo comedor: destinándose el bajo a comedor y cocina, el primero a gabinetes de Física, Química e Historia natural, y el segundo, para dormitorio de colegiales.
En estos años es cuando también se dota a la Biblioteca Histórica y a los Gabinetes con sus lujosos armarios-estanterías y un material revolucionario para su tiempo.

Su llegada al cargo coincidió con la visita comentada de Valera al Instituto con motivo de la Apertura de Curso, y en la que se conocieron. Don Juan Valera estuvo siempre al tanto de las mejoras pedagógicas y materiales introducidas por el doctor Herrera y Robles. Y el prestigio del Centro fue tal que don Juan, al regreso de uno de sus viajes a Francia, donde visitó varios Liceos, dice en su correspondencia que ninguno llega “al estado brillantísimo en que se encuentra el de Cabra”.

Casualmente Valera, también asistirá a la Apertura de curso del curso 1883-1884, que cerraría la 1ª etapa de D. Luis Herrera como director. Con estas palabras le informaba a don Marcelino Menéndez Pelayo: “Mañana volvemos a Cabra donde asistiremos a la solemne apertura del curso en el Colegio, gran fiesta que celebra don Luis Herrera con notable pompa y concurrencia de señorío, no solo de cabreño, sino baenero y lucentino”.

En una época en la que la situación política se caracterizaba por la pugna de conservadores y liberales, D. Luis Herrera no quedaría al margen. Su rival político en la dirección del Instituto sería D. Antonio José Domínguez de la Fuente, que ejercería como Director durante 12 años aproximadamente desde 1862 hasta 1875, que le sucedería en el cargo Herrera, el protegido de Valera.

D. Juan Valera apadrinaba a Herrera, según sus propias palabras: porque era su amigo, porque era un buen director, que había nacido para ello, porque el colegio está en un estado brillantísimo, porque es de la Academia y amigo de sus amigos…

D. Martín Belda, figura relevante del partido conservador también apoyaba a Herrera, como el liberal Valera, que lo hacía independientemente de sus ideas políticas, en reconocimiento a su labor y valía personal. A principios de aquel curso de 1883-1884, los liberales maniobran políticamente y destituyen a Herrera. En aquella contienda, Juan Valera toma partido por Herrera, así como otro de sus buenos amigos, Marcelino Menéndez Pelayo. La correspondencia entre los dos escritores por esas fechas, como señala Galera, se ocupa frecuentemente del caso y comentan las gestiones que ambos llevaron a cabo para apoyarlo. Incluso desde Washington Valera escribe al ministro de Fomento don Alejandro Pidal y pide al mismo don Marcelino, que le insista sobre este tema: “Dígale –escribe en enero de 1884- que restablezca en Cabra de Director de aquel instituto a don Luis Herrera, que nació para ello, y a quien fue un acto de mi primo Juan Ulloa el dejar cesante”

Las gestiones de Valera, dieron su fruto, y Herrera sería nombrado de nuevo director en junio de aquel año, cargo del que cesó en 1886. En una tercera ocasión, entre otra fuerte controversia política, Herrera volverá a ocupar la dirección, desde julio 1891 hasta su renuncia en 1892.

Así que cuando ese año se traslada a Sevilla para ocupar la cátedra de Retórica y Poesía del Instituto de Sevilla y años más tarde, dar clase de Historia General de la Literatura y Castellano, el propio Valera escribirá: “Ya se largó a Sevilla D. Luis Herrera y se largó para no volver, y convienen que ya cesen las guerras en el Instituto”.

Plenamente integrado en los foros artísticos e intelectuales de la capital andaluza, Herrera tuvo una singular presencia en la Academia Literaria sevillana. Continuó escribiendo versos; tradujo con esmero una de las obras universales de la Antigüedad clásica greco-latina: La Eneida de Virgilio, y se entregó entusiasmado a la escritura teatral, género en el que logró el reconocimiento gracias a la pieza titulada “La elección de estado”, una comedia compuesta de tres actos, de clara filiación moratiniana, en la que abordaba el espinoso asunto del casamiento por conveniencia.

En la Memoria del curso 1907-1908, del Instituto San Isidoro de Sevilla (señala la profesora Núñez en un artículo publicado en la Revista “El Paseo Cultural”) se informa del fallecimiento del doctor D. Luis Herrera y Robles. Y como elogio se transcribe un párrafo leído por D. Luis Montoto en la Academia sevillana de las Buenas Letras: “D. Luis Herrera y Robles fue el último y glorioso resto de la antigua Escuela poética sevillana. Sus libros de poesía y su magistral traducción de la Eneida serán modelo dignos de imitación, mientras gustemos del habla de Castilla, de la pompa y majestad de esta, limpia como el oro y sonora como la plata, de la rotundidad del período y del ritmo musical del verso, que no es sino un eco débil de los cielos y los mundos.”

aviso legal  |  política de privacidad  |  contacto
Fundación Aguilar y Eslava © 2009 :::